México mi amor.
Cuando tenga 80 años y esté sentado en mi mecedora, estaré leyendo Harry Potter, y mi familia me preguntará: ‘¿Después de todo este tiempo?’ Y yo diré: ‘Siempre’.[1]
México mi amor
Ahora es muy fácil. Ahora vemos a
nuestros influencers de viaje favoritos tirándose sus fotos en el
letrero de México Mi Amor, comiendo en el multipremiado restaurante
Pujol de Polanco bajo las órdenes del chef Enrique Olvera, o paseando en las
trajineras de Xochimilco mientras escuchan mariachis y prueban la espectacular
gastronomía que siempre ha caracterizado a la Ciudad de México. México con
tours gastronómicos, experiencias y Über es una cosa, México en los
puestos de la calle, el Metro y el Metrobus es otra.
En las siguientes entradas trataré
de plasmarles la Ciudad de México que conozco; la Ciudad de México de la que me
enamoré de tal manera, que me ha hecho regresar dos veces y para la cual ya
estoy maquinando un cuarto viaje. No serán los restaurantes caros o de moda ni
serán los spots de fotos para las redes sociales, sino las cosas como me
gusta hacerlas: moverme en transporte público, mis comidas favoritas y los
lugares que cada vez me sacan una sonrisa.
No existían las redes sociales y la
realidad es que México nunca fue un destino al que me imaginé viajando. México
nunca fue Roma, donde me veía yendo de luna de miel y, de joven, tampoco era
uno de esos otros destinos que me hacían suspirar al verlo en fotos o en artículos
de revista.
Si, México, al igual que República
Dominicana, es un punto de salto, tanto para los migrantes como para las drogas
que llegan a Estados Unidos desde Latinoamérica, y esas son las noticias que
siempre hemos visto. Si, los carteles siguen dominando partes del país y la
delincuencia no es relajo, pero Ciudad de México es otra cosa. Ciudad de México,
me atrevería a decir, es un destino mucho más seguro que los mejores barrios
del Distrito Nacional en República Dominicana. Si, aunque cueste creerlo,
puedes leerlo de nuevo porque es una realidad.
A pesar de que México nunca me cruzó
por la cabeza, todo cambió a finales de 2012 cuando, estando desempleado,
desesperado y llevándome el diablo, como decimos coloquialmente en
República Dominicana cuando las cosas no están bien, recibí una llamada de PwC que, literalmente, trastornaría la vida como la conocía, me haría abrir los
ojos, y me llevaría a ver el mundo de una manera totalmente diferente.
Estaba donde Solano Encarnación, mi
barbero desde 2009, y tenía la cara llena de espuma cuando sonó mi celular.
Respondí y la voz al otro lado me dijo: “Hola Luis, soy Rolando Pierre y en PwC
tenemos una posición que se adapta a tu perfil, pero tendrías que firmar un
contrato de permanencia de dos años”. Ni tonto, ni perezoso, lo siguiente que
hice fue preguntar que recibiría a cambio de firmar un contrato como ese: “Te
vamos a mandar a México por nueve meses y te vamos a capacitar en un tema
completamente nuevo, ¿sabes lo que son los Precios de Transferencia?”.
No sabía ni papa sobre los tales
Precios de Transferencia, pero no iba a ser necesario convencerme. ¿Quién,
comenzando su carrera, le dice que no a una oportunidad como ésta? Si, me costó
conversar con el gran Chicho Sibilio y retirarme del mundo del baloncesto, y
una relación que no sobrevivió la distancia, pero, a pesar de esto, y mirando
al pasado, lo volvería a hacer en cada oportunidad.
Mis compañeros de casa en el 8º piso
del departamento en Luis Vives se convirtieron en mis amigos para toda la vida:
Rubén Cuyán de Guatemala, Marcos Pereira de Brasil y mi compatriota, Leibnitz
Domínguez, que siempre será mi hermano, y con quien le dimos de frente a muchas
batallas.
En la chamba y en el crossfit,
muchos de mis compañeros se convirtieron en cuates, y procuraron dejar
una parte de ellos y de su país conmigo, y es algo con lo que felizmente cargo
cada día. Pablini Mendoza, José Miguel Laguna, Raquel Juárez, Edgar Jurado,
Edgar Ahrens, Kathy Cavazos, Logan Moreno, Delia Paola Fuentes, Rafa Martínez,
Víctor Hugo Flores, Olaf Cárdenas, Dani Camargo, Tania Basulto, Erik González,
Carlos Hosoya, Melany Reyna, Marta Milewska, Patrick Hendrix, Daniel Sánchez,
Iván López, Jorge García, Mariela Fuentes, Mariel Pérez, Héctor Haces, Víctor
Legorreta, Víctor y Vanessa Rincón, Estefanía Sáenz, Shari Manzana, Samuel
Flores, Alejandro Macotela, entre otros, se encargaron de hacerme sentir a gusto, me involucraron
en sus vidas y me integraron a una cultura tan impresionante que da para toda
una vida.
¿Qué hace a México tan interesante?
La vida nocturna nunca ha sido lo mío, pero la cantidad de gente que vive en
Ciudad de México hace necesario que exista una vasta cantidad de actividades y
ofertas culturales que sirva para entretener a tanto público con sus diversos
gustos. Mi ejemplo siempre ha sido el siguiente: si Juan Luis Guerra hace un
concierto en el Estadio Olímpico Félix Sánchez de Santo Domingo, el estadio se
llenará del público de clase media que frecuenta los mismos lugares que yo y,
por tanto, la ciudad se sentirá vacía. Sin embargo, si Juan Luis Guerra, Romeo
Santos, Marc Anthony, Maná y Coldplay hacen conciertos simultáneos en Ciudad de
México, la ciudad tiene tanta gente que su ritmo no variará en lo absoluto.
Aunque esto puede cambiar, y sus comentarios y sugerencias son bienvenidos, entre los temas que estaré tratando se encuentran: llegar a México, los lugares de comida y mis platos favoritos, las experiencias de AirBnB del último viaje, los detalles de mi compromiso de matrimonio con Gaby, los alojamientos y el transporte público y otros lugares de interés.
[1] Después de su muerte, esta frase fue incorrectamente atribuida a Alan Rickman, quien representó a Severus Snape en la saga Harry Potter de JK Rowling.
Chapulín en Puebla. |
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